viernes, 4 de enero de 2013

Capítulo 3: ¿Amigos?

CUANDO SE AMA DE VERDAD

CAPÍTULO 3: ¿AMIGOS?

SANTANDER, ESPAÑA
HOSPITAL MARQUÉS DE VALDECILLA

En la entrada del centro hospitalario, Silvia se encuentra de frente con Andrés quien acaba de hablar con el doctor Méndez sobre doña Cecilia. La joven se dirige a la consulta de su padre para avisarle de lo sucedido con Diego y Jaime. Silvia le cuenta a Andrés la noticia.



Andrés: Silvia, (sonríe) Nos volvemos a encontrar… qué casualidad.

Silvia: Ahora no tengo tiempo para hablar contigo, Andrés, lo siento… tengo prisa. (Nerviosa)

Andrés: ¿Qué te ocurre? Te noto muy nerviosa. ¿Te pasó algo?

Silvia: Diego… mi ex se llevó al niño, no se dónde están.

Andrés: ¿Pero que dices? No puede ser… ¿Cómo así? (Sorprendido)

Silvia: Voy a hablar con mi padre, trabaja acá en el hospital.

Andrés: ¿En serio? No lo sabía.

Silvia: El doctor Méndez, de oncología.

Andrés: ¿Tu papá es el médico de mi madre? Jamás lo hubiera imaginado…

Silvia: Tengo que dejarte, perdóname por favor, no quiero ser grosera pero es que… (Se le saltan las lágrimas)

Andrés: No te preocupes, entiendo… Venga, ánimo, verás como aparecen.

Silvia: ¡Se lo ha llevado! ¡Jaime se llevó a mi hijo! La policía no consigue dar con ellos. Estoy desesperada.

Andrés: Estoy seguro que esto lo hace para vengarse de ti, por no regresar a su lado. ¿Fue capaz de irse a Barcelona con el niño? Ese tipo es un desgraciado.

Silvia: No lo sé, digo yo que se habrá ido allá pero no lo sé. El caso es que no los encuentran por ninguna parte. Llamé a sus padres y no saben nada.

Andrés: Tu ex es un hijo de… ¿Cómo se atreve a hacerte algo así?

Silvia: Me odia porque no quiero perdonarle, todo lo hace para mortificarme. Es un miserable. (En lágrimas)

Andrés: Vamos, te acompaño a ver a tu padre si quieres. Precisamente vengo de hablar con él. Le va a cambiar el tratamiento a mi mamá porque no está resultando.

Silvia: Ay, cuánto lo siento… de verdad. Tú con lo de tu mamá y yo con esto ahora… No sé donde está Jaime, no aparecen, ni él ni mi hijo. Estoy segura que se ha ido con Diego fuera del país. (Llorando deshecha)

Andrés: No llores Silvia por favor... (Triste) Verás como logran encontrarlos, ya vas a ver como sí. No estés mal... (Preocupado)

Ella se derrumba a llorar en brazos de su amigo. Andrés la abraza y trata de calmarla. Escuchamos música. El chico intenta darle consuelo, Silvia llora desconsolada.

María José - Cuando se ama

Contigo es tan fácil la fidelidad...
Yo a ti te amo, de verdad, lo que digan los demás no importa nada...
recuerda que el corazón, cómo en nuestra habitación
solamente el amor manda... manda...

Pero en ese preciso instante, Miranda, la novia de Andrés, les encuentra abrazados a las puertas del hospital. La arquitecto se queda alucinada con lo que está viendo. Miranda se les acerca e interrumpe el abrazo entre la pareja, totalmente histérica.



Miranda: ¿Se puede saber que diablos significa esto? ¿Quién es esta mujer, Andrés?

Andrés: Mi… Miranda… ¿Qué haces tú acá? (Se separa de Silvia)

Silvia: Lo siento, perdón, tengo que irme… perdóname Andrés no quiero que por culpa mía tengas problemas con tu novia.

Andrés: Pero Silvia… no te vayas, espera. (Preocupado)

Miranda: ¡Tú no te vas a ir a ninguna parte mosquita muerta! ¿Qué hacías abrazando a mi novio, descarada?

Andrés: No te permito que le hables así, tú no tienes ni idea de lo que está pasando Silvia. Así que cállate y no me montes una escena de celos. Siempre igual.

Silvia: Mire señorita, no estoy para discutir ahora pero no le voy a consentir que me falte al respeto. ¿Entendió? (Limpiándose las lágrimas)

Miranda: Me conozco a las tipitas de tu clase, seguro andas calentándole la oreja a Andrés para que te haga el favorcito, golfa. ¡Más que golfa!

En ese momento Silvia pierde los nervios y le suelta una fortísima bofetada a Miranda. La ejecutiva se la devuelve con más fuerza cruzándole la cara de una cachetada. Andrés tiene que ponerse en medio para impedir un nuevo enfrentamiento.

Miranda: Eres una vagabunda… (Se abalanza a pegarla de nuevo)

Andrés: ¡Ya basta! ¡BASTA YA! ¡Miranda, al coche! Tenemos que hablar. Lo siento Silvia, espero todo se arregle, llámame con lo que sea. ¿Ok?

La joven enfermera se marcha llorando a ver a su padre, mientras en la puerta del hospital Miranda y Andrés discuten.

Miranda: Encima la defiendes, descarado… Eres un desgraciado, déjate que lo sepa mi madre que andas liado con una, con una muerta de hambre. (Furiosa)

Andrés: Silvia es mi amiga, nada más, me estaba contando sobre su hijo y…

Miranda: No me interesa la vida de esa estúpida, ¿Cómo se atreve a levantarme la mano? Esto no se va quedar así, Andrés, vaya que no. (Rabiosa)

Andrés: Vámonos al coche, tengo que ir a mi casa. No voy a discutir más contigo. Silvia y yo sólo somos amigos, nada más. ¿Está claro? Que sea la última vez que vuelves a montar un espectáculo, nos miraba todo el mundo.

Miranda: Que nos miren, que se entere todo el mundo de la clase de mujerzuelas que hay. Eres un cínico, yo embarazada y tú de “amiguito” de esa… esa perdida.

Andrés: ¡Ya está bien! (Agarrándola del brazo se la lleva a la fuerza al parking)


MANSIÓN GARMENDIA

En el salón de la casa, doña Irene ve su serie de televisión favorita “Mundo Fiction TV 2”. La villana se ríe ella sola ante la pantalla, sentada en el sofá. En ese momento aparece Faustina, la criada.



Faustina: Señora, su café… (Sirviéndole una taza en la mesita central)

Irene: Está bien Faustina, retírate, estoy viendo mi novela. No me gusta que me molesten cuando estoy entretenida. (Bebiendo de la taza) ¡Este café está frío! ¡Haz el favor de servirme otro, estúpida! Eres una inútil…

Faustina: Lo siento… ahorita le traigo otro…

Irene: Ahora no, luego cuando acabe la novela, pesada…

Faustina: Cómo usted diga, señora… con permiso… (Pensando: Vieja negrera)



DÍAS DESPUÉS…

LONDRES, REINO UNIDO


En la calle Jaime pasea por el centro de la capital británica en compañía de su hijo. El médico observa el Big Ben y el río Támesis desde uno de sus puentes. El pequeño Diego sonríe tierno.



Jaime: ¿Te gusta Londres? ¿A qué es muy grande?

Diego: Sí, es muy bonito papá. ¿Cuándo viene mamá con nosotros?

Jaime: Mañana… seguro que mañana viene… (Sonríe) No te preocupes.

Diego: ¿En serio?

Jaime: Claro… ¿Cuándo te he mentido yo, mi amor.?

Diego: Es que extraño a mi mamá… ¿No viene en otro avión? ¿Por qué tarda tanto? ¿Es muy lejos?

Jaime: Sí, muy lejos… nosotros estamos en otro país, Diego, esto no es España. Tu mamá me dijo que ya nos alcanzaría pronto, que no te preocuparas.

Diego: Ahm… (Triste, mirando al río desde el puente)

Jaime: Anda ven, vamos a cenar algo y luego al hotel, que ya va a oscurecer.


SANTANDER, ESPAÑA
MANSIÓN SAN MARTÍN

En el cuarto de baño, doña Cecilia se encuentra vomitando nuevamente. La madre de Andrés cada día se siente peor, la quimioterapia es muy dura, demasiado para ella. Cecilia, con un pañuelo en la cabeza, vomita en el inodoro.



Cecilia: Ay Diosito… no se si voy a poder con esto… (Vomitando de nuevo)

Justo en ese momento la interrumpe su hija Yesenia.

Yesenia: ¿Mamá, estás bien? (Preocupada)

Cecilia: Ay cariño… no me siento nada bien hija…

Yesenia: Andrés me dijo que te han cambiado la quimioterapia.

Cecilia: Sí pero… no sé mi vida, estoy pasándolo muy mal, lo echo todo, no me para nada en el estómago.

Yesenia: Pero así no puedes estar, te vas a poner débil y eso no te conviene en tu estado.

Cecilia: ¿Y que hago hija, qué hago? (Triste)

Yesenia: Deberíamos ir a urgencias para que te den algo, no sé. ¿Qué tal las pastillas que te recetaron?

Cecilia: No me hacen nada, nada… (Vomitando otra vez)

Yesenia: Ay Dios mío, voy a llamar a Andrés. (Saliendo del baño)

Pero al mismo tiempo la joven se encuentra con Andrés en el pasillo, su hermano acaba de llegar del trabajo.



Yesenia: ¡Andrés! Precisamente iba a llamarte por teléfono, mamá no se encuentra bien, estoy muy preocupada.

Andrés: Lo sé, la nueva quimio la tiene peor que antes… No sé que vamos a hacer…

Yesenia: ¿Qué te dijo don Eduardo?

Andrés: Que iba a esperar a ver que pasaba con esta y luego ya veríamos… Si no resulta no la podrán operar.

Yesenia: Ay Dios mío… hermanito… esto no puede estar pasando, no… (Se le saltan las lágrimas)

Andrés: No llores, mira, he pensado algo pero todavía es una idea.

Yesenia: ¿De que hablas?

Andrés: He pensando que tal vez podríamos llevar a mamá a Estados Unidos, seguro allí logran algo.

Yesenia: ¿A dónde, a Houston? Pero eso es carísimo Andrés, no podemos pagarlo.

Andrés: Si vendemos parte de nuestras acciones en la empresa sí. Esta mañana hablé por teléfono con la clínica Anderson y me informé bien. Es mucho dinero si pero hay que intentarlo.

Yesenia: No lo sé, hermano, yo no lo veo…

Andrés: Si aquí no dan con un tratamiento bueno, no nos va a quedar de otra…

Yesenia: Rocío Jurado fue a Houston y se murió igual, Andrés. No es cuestión de dinero.

Andrés: Pero hay que intentarlo, yo voy a esperar a ver pero si en unos meses la situación no avanza, nos vamos a Houston con mamá.

Yesenia: Está bien.


DEPARTAMENTO DE SILVIA

La chica conversa con su padre, en la cocina de la casa mientras prepara algo de comer.



Silvia: No puedo más, papá… llevo días sin saber nada de Jaime ni de Diego.

Eduardo: Seguro el niño está bien, Jaime jamás le haría daño pero…

Silvia: No es eso, papá, yo sé que Jaime quiere al niño pero no debió hacerme esto. No puedo dormir, no tengo hambre, me la paso llorando… estoy angustiada ni siquiera en el trabajo puedo concentrarme.

Eduardo: ¿Qué te ha dicho la policía?

Silvia: Que están investigando, Jaime salió del país pero no saben donde se fue.

Eduardo: Eso no es posible, en los aviones piden pasaporte, sabrían dónde viajó. ¿Además como pudo sacar al niño sin papeles?

Silvia: Se robó el pasaporte de Diego, cuando vine a casa esa noche la puerta estaba forzada, seguro debió entrar y cogerlo para poder sacar al niño de España.

Eduardo: Pero Jaime ha tenido que usar un pasaporte falso para él mismo… si no estaría registrado en alguna aerolínea.

Silvia: No lo sé, puede ser… por eso no dan con él. En Barcelona no lo encuentran, ni su familia sabe nada siquiera. Su madre me dijo que le llamó por teléfono ayer y que no le quiso decir dónde se ha ido.

Eduardo: Santo Dios… esto parece una pesadilla… Hay que encontrar a Diego como sea.

Silvia: ¿Pero cómo? Pueden estar en cualquier parte del mundo, Argentina, Italia, Australia, que se yo… Jaime está loco.


MANSIÓN GARMENDIA

En el salón de la elegante vivienda, doña Irene, Miranda y Andrés charlan sentados a la mesa mientras almuerzan.



Irene: ¿Cómo que la boda se cancela? De ninguna manera… ni hablar por favor.

Andrés: Mi mamá está enferma y no voy a hacer ninguna fiesta este año. ¿Está claro? Ya hablé con Miranda de ello.

Miranda: Pero mi amor… estoy embarazada, voy a ser la comidilla de toda la ciudad.

Andrés: Eso no es problema, podemos casarnos el año próximo y el niño iría a la boda.

Irene: Si claro, como en las telenovelas esas venezolanas… mira Andrés no estoy dispuesta a permitir que mi hija pase vergüenza en la alta sociedad de la capital. Así que la boda sigue en pie. Faltan 2 semanas apenas.

Andrés: Y dale con lo mismo… ya hablé con el restaurante y la iglesia para cancelarlo todo. Incluso le pedí a mi hermana que avise a los invitados por carta con los motivos.

Miranda: Esto es increíble… ¿Qué no te basta con tener una amante que ahora me quieres dejar plantada por ella?

Irene: ¿De que diablos estás hablando hija? ¿Cómo que una amante? (Se levanta de la silla, enojada)

Andrés: Eso no es cierto, Silvia es sólo una buena amiga, nada más. Cómo lo tengo que decir.

Miranda: Mentira, mamá les vi abrazados a las puertas del hospital. Esa descarada estaba en sus brazos llorando emocionada, seguro porque le habías hecho el favorcito.

Andrés: ¡Ya basta! (Levantándose de su silla, tira la servilleta a la mesa)

Irene: Descarado… mi hija esperando un hijo tuyo y tú revolcándote con una cualquiera…

Andrés: A mi no me hable así porque no se lo voy a tolerar. ¿Estamos?

Irene: ¡Cállate! (Dándole una sonora y fortísima cachetada, el chico vuelve el rostro, tocándose la mejilla)

Miranda: ¡Mamá por favor! ¿Te has vuelto loca o qué?

Irene: Tú te callas Miranda, que contigo no va. Esto no se va a quedar así Andrés, ¿Me oíste? Esa mujer y tú van a terminar hoy mismo. Si no te juro que… (Desafiante)

Andrés: ¿Cómo le tengo que decir que es sólo una amiga? ¿Cómo? (Enojado)

Miranda: JA… menuda amiga, si la vieras mamá… tremenda regalada.

Andrés: Me voy, paso de pelear con ustedes… Adiós. (Se va dando un portazo)

Mientras, Miranda y su madre se quedan a solas en el salón sentadas a la mesa de nuevo. Tras la puerta de la cocina, Faustina escucha la conversación.

Miranda: ¿Qué voy a hacer? No estoy embarazada, a ver que inventamos ahora.

Irene: Pues hija pareces tonta, embarázate ya, ¡ya!

Miranda: Ni que fuera tan fácil mamá. Andrés no me toca, desde la pelea que tuve con él aquel día por la Silvia esa de las narices.

Irene: ¿Qué acaso no sabes como calentar a un hombre? De verás… no pensé que fueras tan boba.

Miranda: Lo he intentado y me rechaza, no me toca, a veces pienso que es por la otra.

Irene: Pues esté o no con esa mujer, tú tienes que quedarte embarazada para amarrarlo y casarte con él.

Miranda: ¿Y cómo lo hago?

Irene: No me importa cómo, hazlo y punto. Ponle los pechos en bandeja si quieres, sedúcelo, devóralo, hazle sentir tu hombre, caliéntalo, vuélvelo loco de deseo, que no quiera hacer otra cosa más que hacerte el amor. Debe sentirse macho contigo y tú sumisa a sus deseos. Eso es lo que les pone a los hombres. Les gusta mandar en la cama.

Miranda: Mamá por Dios… (Avergonzada)

Irene: Eso fue lo que hice yo con tu padre, y estuvo conmigo hasta el día de su muerte, nunca se fijo en otra.

Miranda: Intentaré hacer lo que me dices pero no sé…

Tras la puerta de la cocina, Faustina, con los ojos como platos, alucina con la interesante conversación.

Faustina: Ay diosito, la señorita Miranda no está embarazada como decía… válgame Dios. Par de arpías, ¡pero será cochina Irene!


CASA DE DON EDUARDO Y VANESSA

En el dormitorio principal, la esposa de don Eduardo está haciendo el amor con su amante, Luis. En ese instante su marido les sorprende en plena acción. Eduardo se queda alucinado.



Vanessa: ¡Mi amor! ¿Qué haces acá? (Tapándose con las sábanas)

Luis: Esto… esto no es lo que está pensando… (Avergonzado, se levanta para vestirse)

Eduardo: Eres una zorra… (Furioso)

Justo en el momento en que Luis escapa del dormitorio sin que Eduardo pueda atraparlo, Vanessa, enrollada en la sábana se acerca a su esposo.

Vanessa: Por favor mi vida, esto tiene una explicación…

Eduardo: ¡CÁLLATE! ¡ERES UNA PERDIDA! (Pegándole una fortísima bofetada) ¡Zorra! ¡Largo de mi casa!

La explosiva joven sale del dormitorio llorando desconsolada. Eduardo abre un cajón de la mesilla y toma una pistola.


MANSIÓN GARMENDIA

Andrés llega del estudio donde trabaja como arquitecto y sube por las escaleras hasta su habitación. El chico comienza a desnudarse para entrar a la ducha. Segundos después alguien abre la puerta del cuarto de baño. Es Miranda. La joven le observa a través de la mampara cubierta de vapor de agua. Miranda le mira con deseo y entra a la ducha con él. Andrés se sorprende de verla allí con él a su espalda. Miranda le abraza y le besa en el cuello con deseo.



(Aviso: Escena no recomendada a menores de 18 años)

Miranda: Te extraño mi amor… te deseo…

Andrés: No sigas por favor Miranda… ahora no… (Molesto)

Miranda: Anda no seas enojón Andrés… (Volteándole le come la boca a besos, él se deja llevar)

Andrés: Miranda… no… (Ella le devora a besos cada vez más intensos)

El chico no puede evitar que su novia le caliente por momentos. Miranda le recorre el pecho con su boca, con sus manos… hasta llegar más abajo… La joven comienza a hacerle sexo oral a Andrés. Él se deja llevar mientras su chica le hace sentir su hombre. Andrés gime en la ducha sin descanso. Miranda le calienta a más no poder, hasta que él no puede contenerse. Andrés la carga contra la pared y la hace el amor de forma salvaje, chupando sin descanso sus senos, besando sus labios y entrando en ella una y otra vez. Tomándola de las nalgas con fuerza.

Miranda gime, jadea como loca en la ducha. A esa hora no hay nadie más en la casa y ambos viven la pasión a solas. Miranda ha conseguido lo que quería... El chico le hace el amor con ganas, dominándola, sometiéndola. Miranda gime bajo el agua de la regadera como una gata en celo. Andrés entra en ella una y otra vez, cada vez más rudo. Es puro sexo, no hay amor, al menos no por parte de Andrés en este momento. El se deja llevar por el calentón hasta que finalmente ambos terminan exhaustos en esa ducha. Andrés, agotado, respira hondo en los hombros de Miranda, ella sonríe feliz con astucia y picardía.

CONTINUARÁ

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